El fin de semana anterior tuve a una salida junto con lo que ahora puedo llamar familia, si la familia biológica de aquella personita quien he mencionado últimamente.
En un principio no estaba del todo convencido, pues con tantas cosas por hacer y tan poco tiempo para realizar todo, que deseaba estar trabajando en un sistema que estoy desarrollando, sin embargo al final de todo, no fue tan mala idea, pues un par de días fuera de lo rutinario, relajan bastante bien.
Al lugar al que fuimos es un pequeño rancho ubicado en medio de un desierto, y seguramente se han de imaginar un lugar muy caluroso y sumamente seco, no los culpo, pues cuando fui la primera vez, también me imagine un lugar así, pero valla que me lleve una sorpresa.
El rancho, del cual no recuerdo su nombre, esta muy bien cuidado por el personal que ahí labora, las áreas son muy verdes y llenas de vida. El lugar esta junto a un lago en donde al parecer pescadores de los alrededores van por las mañanas a realizar su trabajo. En dicho rancho nadamos un rato en la alberca, o como yo le digo, nos mojamos las patas, pues no se nadar. Jugamos con viejo balón ya con muy poco aire, nos volvimos a conformar con algo tan simple como cuando eramos niños, pues olvidamos llevar uno y solo nos prestaron ese que seguramente olvido algún visitante.
Al llegar el crepúsculo degustamos con lo poco que quedo de la comida a la vez que pasábamos un rato bajo las estrellas, posteriormente nos alojamos en las cabañas que rentamos. Mi habitación se volvió un hoyo negro al apagar la luz, pues no se filtraba ni un solo rayo de luz.
Al día siguiente por la mañana nos dirigimos a un lugar a unos pocos kilómetros de ahí para degustar de unas ricas mojarras para posteriormente, emprender el regreso.
No puedo presumir que me la pase de maravilla, pero sin duda alguna fue un fin de semana muy relajante.
Sin más por el momento me despido. ¡Que los bits corran por sus venas!